Después de casarse, su esposa Sora vivió con su suegro, Ginji, un novelista. Un día, Ginji consulta a Sora, quien está preocupado por su próximo trabajo. Al principio eran besos y abrazos, luego se desnudaban y se masturbaban, y poco a poco el comportamiento se volvió obsceno y atrevido. Debido a la extraña situación que su suegro le ordenó que hiciera, la línea entre la realidad y la fantasía se vuelve borrosa y ella comienza a pensar que tal vez ama a su suegro.